Cijareros del mundo… ¡Feliz Año Nuevo!

Como todos los años, iniciamos este recién estrenado 2017 cargados de buenas energías y con una ilusión sin límites por descubrir lo que acontecerá.

Es por ello que, como educadores, y en nuestro afán de poder ofrecer lo mejor a nuestros niños, nos tomamos muy en serio nuestro plan de aprendizaje, formación y reciclaje. Hoy queremos compartir con vosotros padres comprometidos, nuestra opinión sobre un ensayo imprescindible, y si nos permitís, recomendaros un libro que nos ha cautivado.

Se trata de Educar en el asombro, de Catherine L’Ecuyer, consultora canadiense afincada en Barcelona y madre de cuatro hijos. Nos ha parecido sumamente interesante su manera de tratar la educación desde la perspectiva de la sencillez y del sentido común, así como la relevancia de “educar en el asombro” como motor del saber y de la curiosidad por descubrir el mundo.

En sus páginas podemos conocer pautas para motivar a nuestros hijos para que actúen, aprendan y crezcan con ilusión, sin miedos. Ya sabemos que educar no es tarea fácil, y en ocasiones nos sentimos abrumados por la responsabilidad que conlleva, el tiempo que requiere, y la cantidad de energía que nos supone.

En realidad, es todo mucho más fácil de lo que parece.

Los niños no necesitan aprender un montón de disciplinas deportivas, o musicales. No les atosiguemos con actividades extraescolares que les restan tiempo de ocio, de contacto con la naturaleza, de jugar al aire libre, del “aburrirse un rato”, porque es en esos “ratos perdidos” cuando realmente están consigo mismos en silencio, y agudizan sus sentidos para poder disfrutar de lo pequeño y hermoso de lo esencial, de la importancia de ser sensibles con la estética de nuestro entorno.

¿Y cómo se hace? 

El asombro requiere libertad interior. Según Santo Tomás de Aquino, hay dos fases en el conocimiento: la primera es el descubrimiento y la invención, y la segunda, la disciplina y el aprendizaje. Hemos invertido el orden: en las escuelas se aprende de fuera hacia dentro, no de dentro hacia fuera.

Como padres, educadores y responsables, no podemos permitir que nuestros hijos se pierdan la fascinación, el encanto y la magia de descubrir lo que la vida nos ofrece. Porque Educar en el asombro es educar al niño en el agradecimiento por la vida, por la belleza y el misterio que le rodea.”

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